16 Dic Cobertura informativa con enfoque de género
De igual forma, es oportuno que los medios de comunicación actualicen sus manuales de estilo, para asegurar que la cobertura informativa contribuya a difundir ampliamente las causas de la violencia contra las mujeres, especialmente de los feminicidios.
En el país y fuera de El Salvador, se han elaborado diversos manuales o protocolos con recomendaciones sobre la cobertura periodística con enfoque de género. Destacan en estas publicaciones, algunos rasgos comunes que deben considerarse para que la información contribuya a crear conciencia sobre la violencia contra las mujeres y evitar creencias misóginas, por ejemplo (2) :
- Utilizar términos apropiados: referirse a la violencia de género, violencia contra las mujeres, violencia machista.
- Explicar qué la violencia de género es un problema social y estructural, un atentado contra los derechos humanos, la dignidad y la libertad de las mujeres.
- Contextualizar los hechos en las causas culturales y sociológicas. No caer en justificaciones tales como alcohol, drogas, celos o enfermedad mental, que minimizan las conductas o responsabilidad del agresor.
- No estereotipar a las víctimas, ya que la violencia contra las mujeres afecta sin distinción de etnia, cultura, edad, nivel educativo o económico; se da en todas las clases sociales.
- Considerar que la violencia es una lacra social y no un suceso aislado y fortuito.
- No emplear recursos sensacionalistas para la cobertura periodística de la violencia contra las mujeres.
- Ofrecer un seguimiento de las noticias, especialmente de aquellas donde las mujeres logran salir de la espiral de la violencia. El seguimiento también contribuye a conocer la respuesta oportuna del Estado o, por el contrario, las dificultades que enfrentan las víctimas al solicitar servicios estatales.
- Ofrecer información de servicios útiles para las mujeres víctimas.
- Respetar la presunción de inocencia del maltratador y/o feminicida.
- Utilizar fuentes expertas, no recurrir a familiares, vecindario, amistades o fuentes que brindan testimonios que desinforman en torno a las causas de la violencia contra las mujeres.
Evidentemente, existen diversos recursos que pueden resultar de interés a la audiencia, sin tener que recurrir a ideas o creencias machistas, que, a la fecha, son explotadas de manera reiterada por medios digitales o impresos como El Blog, Mi Chero o periódico MAS, como parte de su línea editorial.
La invisibilización de las mujeres como expresión de violencia simbólica
Usualmente cuando se piensa en científicos, escritores o personajes ilustres, la primera imagen que acude a la memoria son figuras masculinas, a menos que se solicite de manera intencionada pensar en mujeres; esto sucede en primer lugar, porque el lenguaje sexista nos lleva a pensar en masculino, pero, además, es frecuente que gran parte de las figuras históricas femeninas sean invisibilizadas en las ciencias, la literatura, las matemáticas, en los estudios científicos.
A lo largo de la historia antigua y moderna, son numerosos los ejemplos de pintoras, escritoras, científicas y grandes inventoras, cuyo nombre fue modificado por iniciales; sus obras fueron firmadas por sus parejas, tutores o parientes masculinos, o simplemente no calzaron sus pinturas o escritos, para que sus trabajos no fueran devaluados o terminaran en un oscuro rincón de su casa o estudio. Incluso, en muchos casos, se llegó afirmar que la calidad o profundidad del análisis evidenciaba que no podía ser producto del cerebro de una mujer, tal es el caso de la obra clásica de Mary Shelley, Frankenstein.
Joanne Kathleen Rowling, Mary Shelley, Ada Lovelace, son algunas de estas mujeres que vivieron experiencias sexistas, o en palabras de Pierre Bourdieu, fueron invisibilizadas por el orden social, como una forma de opresión o violencia simbólica.
La violencia simbólica es la violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento, afirmó el sociólogo francés Pierre Bourdieu en su obra La dominación masculina .
Parafraseando al autor, la opresión entendida como «invisibilización» se traduce en un rechazo de la existencia legítima y pública, es decir, conocida y reconocida, especialmente por el derecho, y en una estigmarización que sólo aparece tan claramente cuando se reivindica la visibilidad… De igual manera, la divulgación del análisis científico puede ser una forma de dominación ya que tiene necesariamente efectos sociales que pueden ser de sentidos opuestos. Puede reforzar simbólicamente la dominación cuando sus verificaciones parecen recuperar o retocar el discurso dominante (cuyos veredictos negativos adoptan a menudo las apariencias de un mero registro verificador), o bien contribuir a neutralizarlo .
La investigadora Angeles Caso, asegura que muchas pintoras han sufrido incluso el “saqueo” de sus propias obras, asignadas durante siglos a varones: un gran número de museos del mundo –incluidos los grandes como el Prado, el Louvre o el Metropolitan de Nueva York– han tenido que revisar en los últimos años algunas de sus atribuciones y comenzar a devolverles sus lienzos a las pintoras desaparecidas, en un trabajo que probablemente no ha hecho más que empezar .
Añade que la investigación de género de las últimas décadas, es la que ha ido poniendo de relieve cómo muchas mujeres fueron a lo largo de los siglos “maestras” en el arte de la pintura, en condiciones de igualdad respecto de sus colegas masculinos. Son las pintoras olvidadas, profesionales que trabajaron en primera línea, cosecharon éxito y encargos importantes y que, a veces, se hicieron ricas gracias a su talento, pero que han sido borradas de la historiografía tradicional, absolutamente androcéntrica .
Al igual que en la pintura, estudios recientes orientados a la igualdad de género se han esforzado por mostrar que las mujeres han realizado numerosos aportes a la medicina, las ciencias en general, la astronomía, la música y la literatura, aunque sus obras y sus nombres no hayan gozado de la justa divulgación o reconocimiento en las artes, en las aulas o en textos escolares; pero al hablar de igualdad de género, es preciso hacerlas visibles.
Toda violencia de género es violencia simbólica en tanto implica relaciones de poder desiguales histórica y culturalmente establecidas entre hombres y mujeres. Tienen su origen en pautas culturales, prácticas, estereotipos y representaciones que construyen los cuerpos de una manera determinada, inscribiendo en ellos unas significaciones culturales y sociales; es decir, una construcción del cuerpo como realidad sexuada y como depositario de principios de visión y división sexuantes (Bourdieu, citada por Blanco, 2009).
Por tanto, la violencia simbólica, es tan sutil y perversa que se sostiene en el lenguaje y en las representaciones culturales que, al naturalizarse e invisibilizarse, dan garantía de éxito en tanto no se cuestiona lo que no se puede ver. Es la imposibilidad misma de ser identificada la que sostiene su función ideológica y poder simbólico (Blanco, 2009) .
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