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Presentación de campaña “Nuestros cuerpos… libres de violencia sexual”

Presentación de campaña “Nuestros cuerpos… libres de violencia sexual”

ORMUSA presentó la campaña informativa “Nuestros cuerpos…libres de violencia sexual”; en el mismo acto se realizó una conferencia sobre el contexto y la cultura que naturaliza la violencia sexual, justificándola o responsabilizando a las víctimas de su ocurrencia.

La campaña incluye promocionales, cuñas radiales, vallas de buses, camisetas, cuadernos educativos, afiches calendarios y otros productos. Algunas cifras indican que en El Salvador, en los últimos cuatro años desde 2012-2016, fueron identificados alrededor de 29,722 hechos de violencia sexual. La Policía Nacional Civil (PNC) registró un total de 1,948 denuncias por diferentes delitos sexuales, entre el período de enero a junio de 2017. Los delitos denunciados son: Violación, agresión sexual, agresión sexual agravada, agresión sexual en menor e incapaz, estupro, estupro por prevalimiento y violación en menor e incapaz, de los cuales violación en menor e incapaz, fue el más denunciado, con 47.95%. El 79% de abusos fue cometido en contra de menores de 17 años, donde las niñas y adolescentes son las que sufren mayor abuso.

La realidad demuestra que las mujeres tienen muchas más posibilidades de ser agredidas sexualmente por alguien conocido y de su entorno de confianza: un familiar, un amigo, un profesor, un jefe, alguien a quien se admira o se quiere e incluso alguien por quien se siente algún tipo de atracción, pero a quien no se ha brindado consentimiento sexual. Existen múltiples prácticas sociales “normalizadas” como la violencia sexual que ocurre a la mujeres especialmente niñas y adolescentes dedicadas al trabajo del hogar remunerado o la violencia sexual contra mujeres con discapacidad y el incesto, que no solo debe considerar a los padres biológicos como los perpetradores sino aquellos a los que las victimas les confiere confianza pues espera protección como los padrastros, padrinos, abuelos y hasta líderes espirituales.

Por lo tanto, se demanda: el desmontaje de esta cultura de la violación que se promueve desde la tolerancia y la impunidad, además de garantizar el ejercicio pleno de derechos y libertades de las mujeres, especialmente la autonomía del cuerpo, e incluir en los planes de seguridad la variable de violencia sexual contra las mujeres y niñas, considerándola una prioridad además de trabajar en el impacto de la masculinidad violenta y hegemónica en la seguridad del país, y finalmente promover un mensaje de respeto hacia la vida, y los cuerpos de las mujeres, dirigido a los hombres, desde el ámbito educativo e institucional.

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